domingo, 28 de marzo de 2010

Día con día

Soy beneficiario del delirio
de la demencia que sostengo,
de mi gesto alcoholico sobre los versos,
porque ya sé, Lowry,
que hasta la mala poesía es mejor que la vida.
¿Y qué hay de la esperanza entonces?
¿Qué hay de las preguntas estancadas?
¿Seguiremos construyendo este pretil de muertos
con palabras en la punta de la lengua?
¿Qué hay de la esperanza entonces?
-If even apocalypse is fleetin'-

Porque puede que sea un mundo tranquilo
como un trago breve a la botella.
Ya sé que todo está dicho,
pero mi cabeza olvida.
mi cabeza ignora.
Olvidar e ignorar:
ignorar la sombra hirsuta de la muerte,
olvidar que el hombre atesora sus colapsos.
Recordar nuestros jardines y nuestra ponzoña.
Olvidar los precipicios,
porque no es una caída el hombre
-nada es una caída-
ni la poesía y sus abismos
donde el vértigo se extingue poco a poco;
ni las carreteras largas y desiertas
donde la botella es terminal de la esperanza
y la muerte es el grillete que no sé.


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