viernes, 30 de abril de 2010

Dos poemas de Nain Solana

Invenciones de Isabel sobre Caronte


Debió reconocer la cara despintada,

la fruta extinta que arde en el torrente,

en la diáspora borrosa del día.



Debió haber exhalado la erosión de su piel

después del camino, en el negro cristal

por donde observaba vivas tesituras,



colores que olvidó tras cruzar los ríos,

manos de despedida,

todo aquello que haya latido.



Desde otra orilla


La imagen de la estatua se trasluce

en un invento que olvida todo el mármol,

sombra de lo bello en la paleta del artista,

en la nave antigua y sus fronteras

ahogadas por el mar.



Se concibió un esfera

y resultó un palpitar inquietante en el cerebro.

Las manos agotadas de sus agudas brújulas,

no hallaron hemisferio que dicte sus palabras,

ni repentina luz con adjetivos.



Se mira al mar con nostalgia.

Hundida la estatua y el viejo barco,

formamos la vasija de fragmentos,

resabio de la sal.

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