domingo, 28 de febrero de 2010
Poemas de James Laughlin
Trad. Edgar O´Hara.
Death lurches toward me
but the gods do have
some pity in these
last months the verses
seem a bit lees paltry
not quite so garrolous
touche of truth in them.
La muerte me tambalea
pero los dioses sí que muestran
alguna compasión en estos
últimos meses los versos
me salen menos desgraciados
sin el exceso de toques
palabreros de la verdad.
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You´re trouble
Aren't you asked the pretty
lady with whom I'd been con-
versing at the dinner party
I was trouble I told her when
I was young lots of trouble
but now Im old an harmless
Tú eres un caso
¿No es cierto? Preguntó la hermosa
dama con quien había estado com-
versando en la cena de gala
he sido un caso le dije cuando
era jóven un caso perdido pero
ahora soy viejo y muy manso.
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A Winter's night
The outside, where the snow
Is softly and soundlessly
Falling(there is no wind
Tonight)has brought its quiet
Into the house that was noisy
All day with TV voices,
The telephone ringing,
And the happy shouts of children
Romping from room to room.
Now, except for me, sleep
Has taken over the house.
I bring the silence of the dark
Outside into it. I wrap that
Around my cares. Soon I too
Will be sleeping.
Una noche invernal
El exterior, donde la nieve
Es suave y silenciosamente
Cae (ahora de noche sopla
El viento), ha traído su quietud
A esta casa tan ruidosa de día
Con las voces de la televisión,
El timbre del teléfono
Y la feliz algarabía de los niños
Que brincan de un cuarto a otro.
En este momento -a excepción mía-
El sueño se ha apoderado del hogar.
Hago entrar al silencio
De la oscuridad. Y con él
Arropo a los míos. Pronto, pronto
Yo estaré también durmiendo.
jueves, 18 de febrero de 2010
Cuatro poemas de una casa
Toda la madera de los árboles para una casa un día:
algo que se parte algo que se hace para siempre
La seguridad de los árboles
Construyamos una casa aquí
enterremos árboles en el jardín
pensemos además del nuestro
en el futuro de los árboles
y la naturaleza sus frutos
creciendo junto a nosotros
y pensemos también
en nuestros frutos
que aunque ácidos
dulces o amargos
serán finalmente nuestros.
Preocupaciones sobre la casa donde vivimos
se deteriora la casa
y así vivimos
quiero decir, un poco preocupados por estas paredes
que no se caerán pero que ya no son blancas
Se deteriora la casa
pero limpio cuando vienes
limpio hasta donde puedo
y me baño
también me baño
y riego las plantas
quiero decir, la de mis pies
para que vengas.
Los caminos desaparecen en primavera
Olvida la casa la pista de hielo olvida olvidalo todo
los amigos que no fueron que se quedaron deshaciendo mariposas en sus estómagos
hurgándose los ombligos que se quedaron que no dijeron nada no dijeron:
no vamos no nos gusta el mar ni las pistas de hielo ni nos gusta tu casa
y la playa se erosiona el mar se erosiona olvidalo todo la casa se está metiendo al mar
el mar todo las gaviotas los caminos desaparecen en primavera
¿sabremos a caso llegar?
lunes, 15 de febrero de 2010
Primer encuentro
A Natalia Talavera
Saldré a la calle
para casualmente a la vuelta
de alguna cuadra encontrarte,
te preguntaré tu nombre,
y después de presentarme
te hablaré de la casualidad
y de que entre los quinientos mil habitantes
de esta ciudad es muy probable
que no nos volvamos a encontrar.
jueves, 11 de febrero de 2010
Un poema simplemente hermoso de Yehuda
martes, 9 de febrero de 2010
Berna
Él vivía en la casa donde se guardaba el coche,
cobraba la pensión y siempre estaba sentado en la calle,
con los mismos pantalones acampanados, botines,
camisa de cuello ancho, mirada pérdida
y caminar deforme,
todos los días sin excepción el mismo alcohólico y cojo.
Era el ejemplo perfecto de una vida desperdiciada,
el que todas las madres usan
para hacerte ir a la escuela,
conseguir un buen empleo.
Más de una vez mi madre me dijo:
¿quieres terminar como Berna
y ser un don nadie?
borracho a las ocho de la mañana
que te deje tu esposa,
ser un mantenido y no tener amigos,
arrastrar la pierna derecha
con las manos y el hígado derruido,
tener los ojos vidriosos y mala dicción.
Lo que realmente Berna causaba en mí
era un enorme miedo,
y por eso lo evitaba cuando lo veía,
y cruzaba la calle
y trataba de no verlo,
pero siempre estaba ahí,
recargado en el portón
de camino de mi casa a la escuela,
de mi casa a los parques,
a la casa de la abuela,
de mi casa al resto de la ciudad,
al resto del mundo,
siempre ahí atemorizándome,
recordándome que a la vuelta de cualquier error
iba a estar él, iba a estar yo y el fracaso.
Hoy la casa de Berna ya no es pensión,
construyeron una tienda.
Berna sigue ahí,
mirando a la calle desde una silla de ruedas,
ya no le tengo miedo.