Fundamentalismos
Para Maricarmen
I
Tiro las cenizas en tus piernas,
me obligas a lamer los restos
y tus ojos me golpean la nuca.
Cundo duermas a mi lado
te reclamaré las quemaduras.
II
Háblame de ti
del lugar donde tengo que amarte,
donde tienes que amarme.
Háblame y espera a que mi sangre cambie
que se vuelva justa y necesaria como tu piel y el pan.
Si quieres que te escuche
pégate a mi cuerpo como el frío a la ventana
y vacía el mundo de los muebles, de los puentes,
de los edificios, las montañas, los libros y las carreteras.
Cuando todo sea un desierto me dejarás entrar.
III
Los dos nacimos sobre el polvo,
anudamos nuestros cuerpos como resurrectos sin eucaristía.
Exigimos la mentira airosa de la imagen y la semejanza,
de la eternidad de la ceniza sobre nuestras piernas.
Ambos esperamos la promesa de una huella,
de algún rastro funebre distinto de las tumbas,
ajeno a los altares del regreso.
Cuando bebimos el credo de las máscaras,
gesticulamos el hambre que hacía falta
para degollar las reses de nuestra furia juntos.
Moriremos en lo áspero de nuestras convicciones:
Yo como un espejo soberano de lo que se pudre;
y tú sin la extrañeza bautizmal
de una palabra segura sobre el labio.
Fuimos siempre una de esas guerras sin trincheras.
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