martes, 18 de mayo de 2010
El renacimiento
Edgar Bayley
I
Un día todo se abandona
Desalojan los amores miserables
las palmas de las manos duras
Lo que hago mal se pudre para siempre siempre mal
y siempre es mucho tiempo
para un muchacho confundido del ahora después será.
II
Trazan próximos futuros los muchachos
Permanecer tranquilos es una cuestión de principios
alguien tiene que encender el mundo.
viernes, 14 de mayo de 2010
De Juan Boscán
A la tristeza
Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo,
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.
¡Oh tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.
No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.
Pero di,
ya que estó en tu compañía:
¿Cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?
Que el placer de verte en mí
no hay remedio para echallo.
¿Quién jamás estuvo así?
Que de ver que en ti me hallo
me hallo que estoy sin ti.
¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tú heciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces
mucho más que en tu presencia.
Como aquel que en soñar gusto recibe...
Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mí lo mejor lo que no es nada!
Como aquel que en soñar gusto recibe... (Musicalizado por Electrelane)
sábado, 1 de mayo de 2010
Voluntad del habitante
Desde ti vienen las olas,
la indecisión salítrofe de las distancias en el mar.
Desde ti viene el instinto como augurio del naufragio,
la redondez del aire sobre las palmeras,
la insistencia de los pensamientos enterrados en la playa.
Te intuye cada hombre en el descanso de la tarde,
en el dolor de pecho y el aroma de los senos jóvenes.
De ti vienen los contornos de las islas,
las palabras en los árboles de julio,
los aleteos de la risa que se posa sobre las muchachas.
Eres fruto que se cuelga en la memoria,
vergüenza en el adolescente,
orgullo en la debilidad del viejo.
Para ti nació el mezquite
como un profeta de sí mismo en el desierto,
Soplaste la tranquilidad bajo los nubes,
el descanso junto al fuego y su advertencia:
los ardores de la noche son altares de tu aliento.
Desde ti vienen las aves
con su vuelo en círculos sobre los muertos,
los ojos que se tiran por un pozo
y vislumbran la mujer primera,
y piensan en la luna cuando crece tan redonda como el pozo.
Desde ti nació la tierra que pisamos,
el agua que la circunda; la sombra como bienestar antiguo.
Para ti pintó su linea el horizonte:
te buscarán los hombres, viajarán hasta la soledad del hueso:
tu muerte inevitable es el orígen de la alquimia.
Sin embargo, de tu cuerpo no se sabe nada.