miércoles, 30 de enero de 2013

Luis Miguel Cruz: Tres poemas


Orgulloso de este cuerpo
que me ha llevado y me ha traído
demonio feliz
de cuántas te has salvado
por estos músculos tal vez
esta estructura ósea aún no suficientemente respetada
incluso ahora
cuando creíste que los perros te destrozarían
te han guiado
es una anécdota únicamente nube blanca de la suerte
y ahora que las piedras lastiman ya a mis pies
mi cabeza hace dramáticos recuentos
no es grave
me dicen las hojas de los árboles
si tengo un tubo de órgano en el cuerpo para el canto

Qué te dicen tus ojos, corazón,
a dónde conduce este poema
no a la ciudad, por cierto, allí se estrellan como el agua los poemas.
Sólo nos queda este rumor que crece
que crece y crece
que brilla oscuro y crece
como la pisada y extendida tierra



Entre edificios y sus sólidos reflejos
el corazón es una campana
con un badajo cada vez más sonoro

y como su herida es invisible
cubierta por ralas telas invisibles

por las tardes nazco de la herida
las tardes son una herida a la que nazco

Y bebo en las tardes
por mi herida
bebo de mi herida por las tardes

bebo en las tardes por todas las heridas
que me hablan de los asuntos de los hombres
dulcemente



Una pluma presionada por los astros
tránsito, pájaros,
y un bosque pulsando

La ciudad despedazada es al atardecer reconstruida

Lo opuesto del sol es la fruta,
vida liberada de yugo

El mundo avanza hacia la sombras como un animal herido
busca refugio claroscuro

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