Orgulloso de este cuerpo
que me ha llevado
y me ha traído
demonio feliz
de cuántas te
has salvado
por estos
músculos tal vez
esta estructura
ósea aún no suficientemente respetada
incluso ahora
cuando creíste
que los perros te destrozarían
te han guiado
es una anécdota
únicamente nube blanca de la suerte
y ahora que las
piedras lastiman ya a mis pies
mi cabeza hace
dramáticos recuentos
no es grave
me dicen las
hojas de los árboles
si tengo un tubo de órgano en el
cuerpo para el canto
Qué te dicen tus
ojos, corazón,
a dónde conduce
este poema
no a la ciudad,
por cierto, allí se estrellan como el agua los poemas.
Sólo nos queda
este rumor que crece
que crece y
crece
que brilla
oscuro y crece
como la pisada y
extendida tierra
Entre edificios y sus sólidos reflejos
el corazón es
una campana
con un badajo cada vez más sonoro
y como su herida
es invisible
cubierta por ralas telas
invisibles
por las tardes
nazco de la herida
las tardes son una herida a la
que nazco
Y bebo en las
tardes
por mi herida
bebo de mi herida por las tardes
bebo en las
tardes por todas las heridas
que me hablan de
los asuntos de los hombres
dulcemente
Una pluma presionada por los astros
tránsito,
pájaros,
y un bosque pulsando
La ciudad despedazada es al
atardecer reconstruida
Lo opuesto del
sol es la fruta,
vida liberada de yugo
El mundo avanza
hacia la sombras como un animal herido
busca refugio
claroscuro