viernes, 30 de abril de 2010

4 Poemas de Luz Prieto

4
Para callar
hay que usar pelucas azules
[o de cualquier otro color]
Ocultar nuestras caras
con antifaces elegantes,
Caer al fondo
de una botella.

Callar
es unir los labios
y besar una espalda flagelada.





A
drastic resource for a drastic emergency


Intenté sostener entre mis manos
los 20 gramos de
halita
que me heredaste;
pero se evaporaron al tocarme
mientras tú, te diluías
observando el foco de luz amarilla
donde están tus apuestas perdidas
y
la salida de emergencia atracada.






7

Soy
El centro del laberinto
la Luz que sale
al abrir los labios
la herida que se abre en tus poemas
y el sol que quema
la piel de los poetas.

Soy
la asesina de tus manos
que le dan
la forma a mis sueños




Génesis

Yo no quise ser sirena de cola gris:

son tan sucias

y aparentan ser tornasoles

Como las lágrimas que derramamos

al encontrar en charcos

pedazos de corales

que predicen el futuro.

Dos poemas de Nain Solana

Invenciones de Isabel sobre Caronte


Debió reconocer la cara despintada,

la fruta extinta que arde en el torrente,

en la diáspora borrosa del día.



Debió haber exhalado la erosión de su piel

después del camino, en el negro cristal

por donde observaba vivas tesituras,



colores que olvidó tras cruzar los ríos,

manos de despedida,

todo aquello que haya latido.



Desde otra orilla


La imagen de la estatua se trasluce

en un invento que olvida todo el mármol,

sombra de lo bello en la paleta del artista,

en la nave antigua y sus fronteras

ahogadas por el mar.



Se concibió un esfera

y resultó un palpitar inquietante en el cerebro.

Las manos agotadas de sus agudas brújulas,

no hallaron hemisferio que dicte sus palabras,

ni repentina luz con adjetivos.



Se mira al mar con nostalgia.

Hundida la estatua y el viejo barco,

formamos la vasija de fragmentos,

resabio de la sal.

lunes, 19 de abril de 2010

Uno de Juan Gelman

El facto y los poetas


Los poetas se mueren de vergüenza,
ningún decreto los prohibe,
ninguna radio los calumnia,
los poetas se mueren de vergüenza.

Alguna vez, de noche,
se ve pasar a un poeta con camello,
ubro de péstalos con crama espaminostas,
lástima, lástima, dicen las vecinas,
porque era un buen muchacho.

Muchos de ellos se encuentran sin cojones
en el momento culminante del cariño:
no es problema, se escriben un versito
pa' la posteridá.

miércoles, 14 de abril de 2010

Un poema de Vicente Gerbasi

SOLEDAD MARINA


La arena dispersa cangrejos
en una luz de aceite caliente,
de humedad que resplandece en los sentidos
con olor a ostras abiertas

¿Quién abandonó esta quietud de cocoteros
que mueve un sonido de tiempo sombrío
y sostiene el vuelo de las aves blancas?

Lejos, las costas de la tarde,
el ocre cayendo al mar,
y aquí la lentitud de las algas golpeando
los escollos,
el silencio de los que tejen redes en la bahía vespertina.

¿Estuve aquí en la noche?
¿Acaso vi las primeras estrellas,
las que ahora seca el sol sobre la arena?

¿Vi llegar los leños pulidos como huesos,
los gritos de antiguos ahogados refugiándose en las grutas,
las madres muertas de los marineros
mirando los confines entre sus largos cabellos nocturnos?

He aquí un día de los siglos.
Las palmas abiertas en la mirada.
El sol cayendo entre los peces.

¿Quién me pregunta si existo?
Hay una barca abandonada a orillas del mes de agosto.


De Soledad Marinaa

viernes, 9 de abril de 2010

Para la vida estar vivos

A mis amigos, lo de siempre.

Todoalgo (nada)
nace en los interminables
sembradíos de cebollas

que se abren de los días
sin una perla de consuelo

con polvo se hacen versos insdestructibles.

martes, 6 de abril de 2010

Aquí

Aquí estoy

Aquí estoy yo como después de un viaje

con mis brazos cansados y las piernas torpes.

Aquí estoy yo

junto al familiar maullido de mi gato

que se extiende con mi pensamiento:

largo y enredado como una carretera en las montañas.

Aquí estoy como después de un viaje

y digo para mí que estoy en casa

con un hábil pretexto, el del libre albedrío.

Aquí también está la tarde

igual que yo

como después de un viaje.

sábado, 3 de abril de 2010

Betancourt 93

Construimos una casa entre dos habitaciones
decoramos las paredes
acoplamos nuestras camas
y dejamos que el ordenador decidiera
Nos dedicamos a ensuciar nuestra ropa
a discutir del tiempo antes de dormir
mientras el gato se acomodaba a nuestros pies
Esperamos la quincena para pagar los impuestos
comprar algunas plantas y llenar la alacena
Con el dinero que restó viajamos
teniendo la esperanza
de regresar pronto a nuestra casa

jueves, 1 de abril de 2010

Hoy

Soy un idealista. Confío en las palabras y espero poder decir algo, algún día.
Mis deseos, mis ambiciones, y los motivos que rigen mi vida, poco tienen que ver con este mundo y su totalidad. Sin embargo, vivo en este mundo, y para este mundo; a él me aferro sin reparos.
Mis certezas, que son pocas y maleables, se derivan de mis momentos de pesadumbre y de mis desencantos. Como joven así es más fácil. Cuando sea viejo, espero poder vivir de mis recuerdos.
Por eso mientras tanto, estoy a favor de mis preguntas, de mis ganas de meter la pata, de la poesía, y del pensamiento, aunque todo eso incomode como caminar bajo la lluvia.

Me gusta construir a pesar de los derrumbes diarios.

Por favor, su currículum de Hugo Gutiérrez Vega

Por favor, su currículum

La riqueza me agobia esta mañana

y para conjurarla

hago el recuento

de las cosas que tengo

y de lo mucho

que he perdido en el tiempo:

tengo la vista, el tacto, el oído,

el olfato y el gusto, una mujer

─ella también me tiene─

que lleva sin alardes

los ritmos de la vida;

unos seres que crecen a mi lado;

un techo, pan, un poco de dinero,

libros, el teatro, el cine;

seres vivos que amo

y que me aman;

mis muertos, la memoria

y el presente

(nada sé del futuro,

pero no me interesa);

voy haciendo los días

y ellos me van haciendo

y deshaciendo;

finjo resignación

y me contento

con las luces del alba

(me gusta más la noche);

trabajo y cumplo,

a veces a mi modo

y, cuando no es posible

me conformo;

intenté el heroísmo

y la aventura

se me volvió sainete;

he aprendido

tres o cuatro cosas

y he olvidado trescientas;

me detengo en la calle

y veo personas,

salgo al campo

y me encuentro con la vida;

me gustan las ciudades

y las odio,

me gusta el campo,

pero no lo entiendo;

mis raíces son débiles;

no le tengo pavor a lo imprevisto,

pero me gustaría que no pasara;

mi sentido común

es estrambótico;

sin proyectos me enfrento

a la mañana;

me enferman los enfermos

de importancia,

me asustan los que esgrimen

sus certezas;

me gustan los que dudan,

los pasos vacilantes

me enternecen

y me dan miedo

los que pisan firme

(el if de Kipling

me provoca vómitos);

no pertenezco a nada

y, sin embargo, me hermano

sin poner muchos reparos;

cultivo mis lealtades

e intento perservar estos amores;

mi vida es un recuento

de expulsiones

mientras me acompañan

maracas y requintos,

dos serruchos,

un peine, con papel

y voz amarga;

ya no tomo café,

fumo tabaco,

hablo menos que antes,

me desvelo

y escribo confesiones;

la primera persona me preocupa,

pero sé que no es mía:

todos somos lo mismo

todo es uno

uno es todo,

cada hombre es, al fin,

todo este mundo

y el mundo

es un lugar

desconocido...
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